martes, 6 de marzo de 2012

18.

Autorretrato de la niña (III)




Claudio era el dueño de la tienda de ultramarinos del pueblo. María y yo íbamos siempre corriendo después del colegio y nos regalaba un bollo que teníamos que esconder al salir porque Esperanza, su mujer, se ponía en la puerta para vigilarle. Luego íbamos a comerlo al poyo que daba al valle y casi no hablábamos hasta terminarlo. A veces me dejaba una puntita y la ponía sobre el murete para ver cómo se convertía en una masa negra de hormigas en cuestión de minutos. Cuando era pequeña no me daban asco los bichos y ahora sí. A las seis menos cinco pasaba el tren de Cercanías y a veces bajábamos a la vía a colocar monedas; un viejo truco que nos había enseñado mi madre. Nos escondíamos para verlo pasar y volvíamos corriendo a recoger las pesetillas, ahora láminas finísimas y el doble de grandes. Una vez, María trajo unas cucharas de su casa e hicimos el juego con ellas. Cuando las recogimos parecían matamoscas, y mereció la pena la bronca cuando nos descubrieron. Poco después me moriría por escapar de aquel infierno de pueblo y ahora sólo tengo estos recuerdos. Sé que son falsos y que la nostalgia es mentira; que si volviera no vería el momento de salir corriendo otra vez. Elena me decía el otro día que echaba de menos su infancia, que la infancia es pura. Yo le dije que echaba el bollo a las hormigas, y luego le daba un pisotón.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato -que final más chulo-. Ah, y el collage. Siempre me gustan tus collages.

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    1. Muchas gracias, Gabriel. Me alegra saber que hay gente como tú, que me lee y me sigue a diario. Me sigue inquietando estar hablando sola.
      No sé si el pueblo nunca sale de ti, o si es que un día vuelve de golpe y no lo esperabas. A lo mejor un poco de las dos cosas.

      X

      Inés

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  2. Me encanta el ambiente que rodea y envuelve tus relatos y llena de nostalgia mis recuerdos. Y los collages le dan un aire fresco de calidad que convierte el conjunto en un placer para los sentidos.

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  3. jajajaja
    Se me había pasado esta. Lo de la infancia era de broma! qué pava que eres!
    Cómo voy a decir algo así en serio? que no tengo 80 años tía

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  4. Genial el relato, me gusta mucho lo sencillo que es, pero a la vez lo bien que está escrito:) Por si te sirve de consuelo yo adoraba los caracoles y ahora sólo de verlos me dan escalofríos:S Encantada de descubrirte!

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  5. Encantada de que me hayas descubierto! Me alegro mucho de que te guste. Que te parezca sencillo me parece el mayor cumplido; rescatar esos recuerdos que a veces escuecen es complejo y decir lo que se quiere decir no es fácil.
    Los caracoles... qué grima. Seguro que de pequeña los cogía con la mano y todo, pero ahora... No, no, no...
    Me hace gracia, llevo un par de días escuchando esta canción: https://vimeo.com/38281251

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