miércoles, 26 de junio de 2013

74.


He pisado este suelo mil veces
y hoy, por primera vez,
siento que tiembla a mi paso.

lunes, 3 de junio de 2013

73.


Un pájaro se ha colado en mi habitación. Oscurece a mis espaldas, la luz entra roja por la ventana, y una sombra ha volado frente a mí durante una fracción de segundo. Ha movido mi pelo y me ha erizado la piel; he tenido miedo durante un momento. Después un golpe, un aleteo torpe, el crujido de unos papeles.

A veces me siento en la cama a esas horas, y pienso; muchas veces en nada, otras demasiado. Últimamente pienso en la escritura. Me pregunto si debo escribir, y por eso no lo hago últimamente. Decía Rilke que sólo hay que hacerlo si se tiene una profunda necesidad, y no sé si ya no la tengo o es que he perdido las ganas. Me has vuelto a escribir y me preguntas por qué ya no contesto y me siento estúpida al decir que no me atrevo, que la página es inmensa y no sé por dónde empezar, que estás tan lejos que las palabras pierden su significado mientras cruzan el océano. Mientras tanto, mi bandeja de entrada almacena correo sin respuesta; y a la vez, un pájaro agoniza entre los papeles de mi mesa. Él piensa que va a morir, yo que no volveré a escribir.

Ha entrado por la ventana abierta, y al querer salir se ha estrellado con otro cristal. He leído que los vencejos tienen las alas tan largas que no pueden emprender el vuelo desde el suelo, que están tan bien hechos para volar, que no pueden despegar; deben lanzarse desde lo alto. Por eso construyen su vida en el aire, porque si tocan el suelo, morirán. Este vencejo ha luchado durante un rato contra sí mismo y ahora se ha rendido. Está aturdido y tiene miedo. Sé que si me vieras te haría gracia y pensarías que me siento intimidada por un animal indefenso, y que tú sabrías qué hacer para que todo volviera a estar bien. Pero la verdad es que sólo me produce una tristeza infinita. Por él, por mí, por todos. Porque su lucha es inútil si nadie le salva, porque sus alas no le van a sacar de aquí, y de repente, ahora mismo, tengo la sensación de que si él no sale yo tampoco podré hacerlo. Un pájaro me ha visitado en un momento de debilidad y ahora es él quien quizá no sobreviva.

Su cuerpo delicado tiembla entre mis manos y siento su fragilidad absorber la mía. Ya es de noche. Si este pájaro vuela, te escribiré. Cuando lo suelto desaparece en la oscuridad. Creo que oigo un aleteo.

viernes, 31 de mayo de 2013

72.

Pregúntese en la hora más silenciosa de la noche: '¿debo escribir?'. Hurgue en sí mismo en busca de una respuesta profunda.
R.M. Rilke 

martes, 7 de mayo de 2013

70. Autoedita o Muere



Con un nombre así no podía faltar. Cada día valoro más que la gente haga las cosas por su cuenta, que trate de no depender de nadie. Yo lo intento todo lo que puedo, y reconozco que es difícil. Hace dos semanas, en el Día del Libro, fui a esta acción que se organizó en la puerta de la tienda Graphic Books. Consistía en un intercambio, o trueque, de fanzines y material autoeditado. Me sorprendió y me agradó ver cómo según caía la noche el sitio se iba llenando, y cómo los fanzines iban yendo y viniendo, de mano en mano. Había cosas grandes, pequeñas, buenas, muy buenas y malas, muy malas. Nada nuevo. Pero sobre todo, había mucho. Mucho material, mucha gente con ganas de hacer cosas. Disfruté viendo el baile de personas que se acercaban tímidas a la mesa, a mirar, a coger o a dejar algo. Y también disfruté viendo cómo las cinco copias que llevé de 'Anatomía del Tedio' acabaron desapareciendo. Lo observé desde lejos y vi cómo lo hojeaban, cómo algunos dudaban y por fin lo devolvían. Vi a alguno muy contento, casi obligando a un amigo a llevárselo; otros lo miraban con indiferencia. Fue un gran placer. Se hicieron de rogar, pero finalmente volaron todas las copias.






Por otro lado, la semana pasada cayó en mis manos el segundo número de Publications for Pleasure, 'Vermouth'. Éste habla de comida, así que ya me tenía ganada. Me encanta lo bien editado que está, con cuánto cariño y gusto. También me ha alegrado encontrarme con nombres conocidos.


Todas las fotos de Autoedita o Muere aquí



martes, 23 de abril de 2013

69.



Comprad libros con páginas, esos que no necesitan pilas. Esos que se leen bajo la luz y se comban con el tiempo. Los que envejecen contigo y a veces se pierden en los bancos de los parques. Comprad esos libros que se pueden prestar, robar y regalar.

¡Feliz día del Libro!

viernes, 5 de abril de 2013

68.


Hace una semana plantamos unas semillas de albahaca en una maceta. Como llevamos con el mismo abrigo desde el año pasado, pensamos que a lo mejor así parecía más primavera en el piso. El fin de semana pasado robé la maceta del salón y la puse en mi ventana para así tenerla más cerca, y todas las noches la miro un rato antes de ir a dormir. Todavía no he tenido que regar la tierra, sigue húmeda desde el primer día. Pero aún no ha asomado nada. No sé si es normal, o si la planta tampoco quiere salir de casa los días de lluvia. A lo mejor la he contagiado de mi pesadez, y eso que la planté para que me la quitara. Por si acaso, la sigo mirando cada noche, a ver si despertamos juntas.

domingo, 31 de marzo de 2013

67.


Me olvido de quién soy cuando veo los pasos de Semana Santa. Esta he visto muchos y tengo crisis de identidad. Eso sí, me lo he pasado pipa.

miércoles, 27 de marzo de 2013

viernes, 15 de marzo de 2013

65.




En las noches de insomnio
pienso en todas las vidas que pudieron ser y no fueron.
En las personas en las que no me he convertido.
Recuerdo las bifurcaciones ante las que dudé
y los caminos que cerré con una sola decisión.
Pienso en todas esas vidas, en todas esas personas, y me sosiego.
Pienso que la que soy, la que se va a dormir, va a descansar.
Las otras no, porque nunca existieron.

miércoles, 27 de febrero de 2013

64.

Alain Leroy se siente un extranjero en su ciudad y cuenta las horas para que el terror acabe. Él sabe que hoy es su último día, que después de esta noche no habrá más. Y aún así, como un acto de fe absurdo, intenta encontrar algo a lo que agarrarse. Creo que busca en sus viejos amigos, en su familia olvidada, en la ciudad que se bebió, un pequeño haz de luz que le haga descubrir que se ha equivocado. No nos despediríamos nunca si supiéramos que no nos van a rogar unos minutos más. Una pequeña parte de él busca algo que ya sabe que no va a encontrar, porque hace tiempo que se fue; hace mucho que se convirtió en un extranjero. Y se sienta en este café a pasar un rato porque le sobra tiempo y se sorprende observando el mundo que le rodea, primero con indolencia, y luego abrumado, porque ya no forma parte de él. A su alrededor la vida corre rápido. Unos chicos jóvenes fardan con su descapotable, una chica rubia camina por la acera, familias, jóvenes que vuelven de clase. Hay una chica que le mira sin cesar desde otra mesa, con ternura y con deseo. Un viejo roba unas miserables pajitas. Alain lo observa todo y no puede sentir nada por lo que ve, porque ahora sí que está todo perdido; no hay esperanza para el náufrago. Y entonces ve entre los restos de la mesa abandonada a su lado una copa de coñac que nadie se terminó. La coge con calma, se la lleva a los labios y lo prueba. Luego se lo traga de golpe. Un gesto pequeño, casi inocente, a los ojos de ese mundo que él observa y del que se siente extranjero. Pero es con ese pequeño gesto que él, de forma consciente, se abraza a su destino trágico.




(Escena de 'Le feu follet' de Louis Malle)

domingo, 24 de febrero de 2013

63. Autorretrato de la adolescente (V)



Cuando teníamos dieciséis años nos zambullíamos en la ciudad con un hambre desaforada. Nos la comíamos y aún queríamos más. Nos mirábamos a los ojos y nos reíamos sin poder parar y ni siquiera sabíamos por qué. Vimos amanecer cien veces en verano sin tenerle miedo a la mañana. Robamos todos los besos que pudimos y juramos no devolverlos nunca. También nos quisimos morir porque no se es adolescente hasta que te quieres morir una noche y resucitas a la mañana siguiente. Vivir y morir juntas con una canción de Radiohead de fondo queriéndolo todo, odiándolo todo, y el otro día nos encontramos por la calle y no supimos qué decirnos. Nos miramos pero rehuimos los ojos y me pareció que buscabas palabras de consuelo, que me querías consolar por algo, pero no había razón para ello. Vi lástima en tu rostro y quise decirte que todo está bien, que no hay nada que sentir, pero no encontré las palabras.
Sé quién eres porque conozco tu nombre, porque reconozco tu cara, aunque ya no es la misma, pero no sé quién eres. Te amé tanto y ahora ya no sé qué decir. No eres la misma persona, yo no soy la misma persona. Nuestras historias fueron la misma durante un tiempo, luego se separaron. Ahora tienes un pasado propio que ya no es el mío, y un presente que me es extranjero. A lo mejor es eso lo que lamentas, lo que te hace sentir culpable, la razón por la que me quieres consolar, o quizá querías consolarte a ti. Pero todo está bien, y no hay nada que sentir.

martes, 19 de febrero de 2013

62.



El viento se ha llevado tu bufanda, y con ella el hilo de vida que hoy te sostenía en pie. A veces un pequeño gesto, algo insignificante, nos derriba. Nos rompe por dentro y por fuera, de dentro a fuera; una pluma que hace saltar la catapulta. Hay algo ridículo en que un vendaval como el de hoy consiga lo que no necesitaba más que un suspiro. Qué malgasto de energía. Resulta demasiado patético querer morirse en el momento en el que el aire te agita el pelo de tal forma que pareces un borrón, y que las hojas vuelen por el aire y no sepas si lo que humedece tu rostro es una lágrima o el agua que viene de ninguna parte. Y resulta demasiado patético porque esas cosas sólo ocurren en las películas, y cuando las ves querrías que eso te pasara a ti, porque la heroína sufre, y tú querrías sufrir como ella. Pero en la realidad son tan reales, que parecen de mentira, y dan un poco de risa, se les ve el truco. Te das cuenta de que no sabes si lloras porque el viento se llevó tu bufanda, y con ella el hilo de vida que hoy te sostenía en pie, o si lloras de vergüenza por ser un cliché que pensó que dibujaría una bonita imagen, desolada en una calle arrasada por un viento que te enmaraña el pelo. Pensaste que serías una heroína a la que amaron o quizá estén a punto de amar con locura, y que tu sufrimiento sería bello a los ojos de los espectadores, pero en la calle no hay espectadores. Nadie lo vio, porque la gente no mira por la calle, tan sólo lo sentiste por dentro, de dentro a fuera, y pensaste que el sufrimiento sólo es bello cuando se es testigo de él, y no la víctima. ¿Y sabes qué es lo más triste de todo? Que olvidaste por qué estabas triste, y seguiste caminando como si el viento no te hubiera robado la bufanda.

martes, 12 de febrero de 2013

61.

Vargtimmen

-¿Oyes lo tranquilo que está todo?
-Sí, está tranquilo.
-Hubo un tiempo en el que las noches eran para dormir... profundamente, sin sueños. No puedo dormir. Me despierto de miedo. ¿Anna?
-¿Sí?
-¿Estás cansada?
-No, no demasiado.
-He pasado en vela cada noche hasta el amanecer. Pero esta es la peor hora. ¿Sabes cómo se llama?
-No.
-Los viejos solían llamarla 'la hora del lobo'. Es la hora en la que la mayoría de la gente muere, y la mayoría de los niños nacen. Es ahora cuando nos llegan las pesadillas. Y si estamos despiertos...
-Tenemos miedo.
-Tenemos miedo.




lunes, 28 de enero de 2013

58.

Vuelvo con una receta para curar el alma y espantar al monstruo que nos susurra cosas feas al oído las mañanas de domingo. Si al dolor físico le sumas el de espíritu, te espera un día glorioso. Con suerte lo puedes ver pasar desde el sofá, a ritmo de sitcom de a duro, e ignorarle de mala manera. Yo recomiendo meterse entre pecho y espalda algo de lo que luego te vayas arrepentir, porque, un domingo por la mañana, la lista a la que eso va a ir es tan larga que ni lo vas a notar. Al fin y al cabo, saltarme una dieta que nunca empecé tampoco es tan terrible.



jueves, 24 de enero de 2013

57.

Reflexiones sobre el matrimonio. Destilación de una conversación grabada a las 02.58 am en un bar de Madrid

I: He estando pensando en lo que hablamos el otro día tiradas en tu sofá...
E: Lo de tu alergia al compromiso.
I: No te rías. Es en serio, y me preocupa. He pensado que la mejor forma de curarme... Curarme suena fatal, ¿no? Tampoco es que esté enferma...
E: No, pero eres muy pesada.
I: Da igual. Que la mejor forma de asentar cabeza y ser una mejor persona, para por fin saber dónde me voy a despertar cada día, es casarme.
E: …
I: Sí. Por la Iglesia. Como Dios manda. El hecho de no creer ni en Dios ni en el matrimonio no tiene nada que ver. Lo importante son los hechos, las acciones, las cosas que cuentan. Las tradiciones y liturgias ancestrales... No puedo dar la espalda a más de mil años de herencia judeocristiana. ¿Crees que soy una cínica?
E: Un poco.
I: Yo también, un poco. Pero también es consecuente.
E: ¿Y con quién te vas a casar?
I: ¿Crees que me podría casar conmigo misma?


jueves, 17 de enero de 2013

56. Lidia ya no ama a Giovanni

Estoy de mudanza, y parece que va para largo. He tenido que dejar mi piso casi de la noche a la mañana y me he refugiado en casa de una amiga. Una buena amiga que me va a soportar hasta que encuentre otro sitio, y puede que se alargue. Al parecer, a los caseros también les quitan los pisos. Entonces te lo quitan ellos a ti.

La otra noche nos acurrucamos en el sofá y vimos una película. Reconozco que hacía tiempo que no lo hacía con una amiga y que, si volver a compartir piso no acaba conmigo, puede que hasta me siente bien. Vimos 'La noche' de M. Antonioni. No la había visto. Ya me había fascinado 'La aventura' y ahora esta me ha desgarrado un poquito más. Al terminarla nos quedamos un rato en silencio y luego discutimos durante un rato sobre por qué Lidia ya no ama a Giovanni. Luego hablamos de nuestros trabajo (este, el que nos gusta, no el otro) y del audiovisual y terminó por retarme a hacer algo en vídeo. Nunca lo he hecho, me llama la atención, pero me asusta. Así que he hecho mi primera chapuza con vídeo, aunque el resultado no se corresponde con el tiempo que me ha llevado. Es lo que es, siendo la primera vez que me siento a hacer esto, pero ya le tengo cariño.

Seguro que acabo haciendo más, pero cuando aprenda. Ahora, que responda mi amiga (por cierto, podéis ver su precioso blog aquí).



lunes, 14 de enero de 2013

55. Paradojas, adverbios y despropósitos



El nuevo año me ha recibido con un frío polar y unas cortas pero agradecidas vacaciones. Siempre es doloroso volver a la rutina cuando se ha descansado, aunque sea mentira, creo que nadie descansa en vacaciones. A veces pienso que estoy abocada a la fatiga, una cabeza que no para, un cuerpo que corre hasta cuando está tumbado. Después de estas vacaciones me ha costado especialmente volver a la rutina, al mundo real -otra mentira más, que tu vida de verdad, la que realmente importa, sea esa que no quieres vivir, que el resto, lo que hace que por fin te levantes por la mañana, no sea más que un accesorio; y mientras escribo estas líneas pienso de pronto en el pobre Bartleby-, y paradójicamente me siento más activa que nunca. Tengo ganas de hacerlo todo a la vez, y vivo con la sensación de que llego a todas partes corriendo, y ya me tengo que ir de nuevo, y tendría que parar a coger aire, pero... no... tengo... tiempo, porque lo quiero todo a la vez. Y vuelve la paradoja, porque la sensación aparece en mitad de un desierto creativo. Me persigue una hoja en blanco, un lienzo de photoshop a cuadritos. Esto es lo más largo que escribo desde que mi inspiración se reduce al haiku ('Ya no funciona/porque cada día lo/entiendo mejor.' garabateé ayer, sin mucha gracia) y ha salido a borbotones, he escrito tres adverbios terminados en 'mente', subiendo de once a catorce el total desde el principio de los tiempos en Le Complot (sí, los he contado, porque me pongo trabas absurdas al escribir y soy así de neurótica) y he repetido una palabra tan blanda como 'sensación' en menos de cuatro líneas. Y aún así, a pesar de todo, he decidido publicar hoy, porque quizá esto sea un propósito de año nuevo encubierto, a pesar de que no creo en ellos; porque tengo ganas de seguir hacia delante y no parar, aunque la 'vida real' se empeñe en impedirlo.