martes, 19 de febrero de 2013

62.



El viento se ha llevado tu bufanda, y con ella el hilo de vida que hoy te sostenía en pie. A veces un pequeño gesto, algo insignificante, nos derriba. Nos rompe por dentro y por fuera, de dentro a fuera; una pluma que hace saltar la catapulta. Hay algo ridículo en que un vendaval como el de hoy consiga lo que no necesitaba más que un suspiro. Qué malgasto de energía. Resulta demasiado patético querer morirse en el momento en el que el aire te agita el pelo de tal forma que pareces un borrón, y que las hojas vuelen por el aire y no sepas si lo que humedece tu rostro es una lágrima o el agua que viene de ninguna parte. Y resulta demasiado patético porque esas cosas sólo ocurren en las películas, y cuando las ves querrías que eso te pasara a ti, porque la heroína sufre, y tú querrías sufrir como ella. Pero en la realidad son tan reales, que parecen de mentira, y dan un poco de risa, se les ve el truco. Te das cuenta de que no sabes si lloras porque el viento se llevó tu bufanda, y con ella el hilo de vida que hoy te sostenía en pie, o si lloras de vergüenza por ser un cliché que pensó que dibujaría una bonita imagen, desolada en una calle arrasada por un viento que te enmaraña el pelo. Pensaste que serías una heroína a la que amaron o quizá estén a punto de amar con locura, y que tu sufrimiento sería bello a los ojos de los espectadores, pero en la calle no hay espectadores. Nadie lo vio, porque la gente no mira por la calle, tan sólo lo sentiste por dentro, de dentro a fuera, y pensaste que el sufrimiento sólo es bello cuando se es testigo de él, y no la víctima. ¿Y sabes qué es lo más triste de todo? Que olvidaste por qué estabas triste, y seguiste caminando como si el viento no te hubiera robado la bufanda.

2 comentarios:

  1. Y continuas caminando sin tu bufanda, a medias entre el ridículo del cliché y el instante en el que te convertiste en heroína espectadora de ti misma, digna y reconfirmada tu tristeza que ahora olvidó su porqué... Llámame tonta, pero a mi esos momentos me dibujan una sonrisa, me gusta sentirme dentro de una película y a la vez me hacen reírme de mi misma. Es como darle y quitarle a la vez importancia a la emoción.
    De todas formas ahora nosotros, de este lado de la pantalla, somos tus espectadores. Tu imagen adquiere toda su belleza.
    Felicidades Inés por el blog, me gusta mucho, tus textos y tus collages.
    Un saludo!

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    1. Yolanda, es verdad. Hay algo cómico en eso. Sin duda verlo desde fuera lo es, sin saber qué pasa dentro, y eso a la fuerza hace que te acabes riendo tú también. Y reírse de uno mismo es un deporte muy sano.
      Muchas gracias por entrar y leer y ser espectadora al otro lado.
      x
      Inés

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