martes, 13 de diciembre de 2011

4.




En el colegio me aburría. Miraba por la ventana esperando que, por obra de algún milagro, el tiempo volara un poco más rápido. También vandalizaba mi pupitre, clavándole con desgana un boli Bic mordisqueado, o alimentaba una fluida correspondencia con mis vecinas de aula.
Un día, durante la siesta de Historia del Arte, cayó ante mí el autorretrato de Courbet y lo miré casi sin querer. Me pareció el pintor más guapo de todos los tiempos, y fue casi el primero cuyo nombre recordé después de pisar la calle. A lo mejor cambió algo en ese momento.

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